Sé que
estás cansado. Sé que te sientes agobiado. Quizá sientas que esta crisis, este
problema, esta época difícil durará para siempre.
No será así. Estás casi del otro lado.
No sólo piensas que ha sido duro; ha sido duro. Se te ha probado, se te ha examinado
y se te ha vuelto a probar acerca de lo que has aprendido.
Tus creencias y tu fe han sido probadas con fuego. Has creído, luego has
dudado, luego has trabajado por creer algo más. Has tenido que tener fe aunque
no pudieras ver o imaginar aquello en lo que se te ha pedido creer. Quizá
algunos de los que te rodean hayan tratado de convencerte de no creer en lo que
tú esperabas poder creer.
Has tenido oposición. No has llegado hasta este sitio con un apoyo total y con
alegría. Has tenido que trabajar duro, a pesar de lo que estaba sucediendo a tu
alrededor. A veces, lo que te motivaba era la ira; a veces, el miedo.
Las cosas salieron mal, más problemas de los que anticipaste. Te topaste con
obstáculos, frustraciones y molestias en el camino. Tú no planeaste que esto
fuera de la manera como se desenvolvió. Gran parte de esto ha sido una
sorpresa; algo de ello no ha sido para nada lo que tú deseabas.
Sí ha sido bueno. Una parte de ti, la parte más profunda que sabe la verdad, lo
ha presentido todo el tiempo, aunque tu cabeza te dijera que las cosas eran una
locura, que no había un plan ni un propósito, que Dios se había olvidado de ti.
Han pasado tantas cosas, y cada incidente –el más doloroso, el más perturbador,
el más sorprendente-tiene una relación. Estás empezando a verlo y a sentirlo
así.
Nunca soñaste que las cosas sucederían de esta manera, ¿no es así? Pero así
ocurrieron. Ahora estás aprendiendo el secreto, tenía que ocurrir de esta
manera, y esta manera es buena, mejor de lo que tú esperabas.
Tampoco creíste que esto se tardaría tanto, ¿no es cierto? Pero se tardo. Has
aprendido la paciencia.
Nunca pensaste que podrías tenerlo, pero ahora, sabrás que lo tienes.
Se te ha conducido. Fueron muchos los momentos en que pensaste que que habías
sido olvidado, cuando estabas convencido de haber sido abandonado. Ahora sabes
que se te estaba guiando.
Ahora las cosas se están acomodando en su lugar. Estas casi al final de esta
fase, de esta parte difícil de la jornada. La lección es casi completa. Tu
sabes, la lección contra la que luchaste, te resististe, e insististe que no
podrías aprender. Si esa. Ya casi la has dominado.
Se te ha cambiado desde dentro hacia afuera. Se te ha llevado a un nivel
diferente, a un nivel superior, a un nivel mejor.
Has estado escalando una montaña. No ha sido fácil, pero escalar montañas nunca
es fácil. Ahora estás cerca de la cumbre. Un momento más y la victoria será
tuya.
Afloja los hombros. Respira profundo. Sigue adelante con confianza y en paz.
Está llegando el momento de que paladees y disfrutes todo aquello por lo que
has luchado. Se está acercando ese momento, por fin.
Ya sé que has pensado antes que se estaba acercando el momento, sólo para darte
cuenta de que no era así. Pero ahora está llegando la recompensa. Tú lo sabes,
también. Puedes sentirlo.
Tu lucha no ha sido en vano. Por cada esfuerzo en este viaje, hay un clímax,
una resolución.
La paz, la alegría, abundantes bendiciones y una recompensa son tuyos aquí en
la Tierra. Disfrútalas.
Habrá más montañas, pero ahora ya sabes cómo escalarlas. Y has aprendido el
secreto de qué hay en la cumbre.
“Hoy aceptaré el lugar donde estoy y continuaré yendo
hacia adelante. Si estoy en medio de una experiencia de aprendizaje, me
permitiré continuar con la fe de que vendrá el día de la maestría y de la
recompensa. Ayúdame, Dios mío, a entender que a pesar de mis mejores esfuerzos
para vivir en apacible serenidad, hay épocas en que hay que escalar montañas.
Ayúdame a dejar de crear caos y crisis y ayúdame a enfrentar los retos que me harán
seguir arriba y adelante”.
(Melody Beattie, Libro El Lenguaje del Adiós).