Esta
bien tener sentimientos y sentirlos, todos ellos.
Aunque llevemos años en recuperación, podemos seguir sintiendo que batallamos con nosotros mismos acerca de este asunto. De todas las prohibiciones con que hemos vivido, ésta es potencialmente la más perjudicial y con la que más tiempo hemos vivido.
Muchos de nosotros hemos necesitado cerrar nuestra parte emocional para sobrevivir ciertas situaciones. Cerramos la parte nuestra que siente coraje, tristeza, miedo, alegría y amor. Podemos haber apagado también nuestros sentimientos sexuales y sensuales. Muchos de nosotros vivimos dentro de sistemas con gente que rehusaba tolerar nuestras emociones. Nos avergonzaban o nos regañaban por expresar sentimientos, generalmente la gente a la que se le había
enseñado a reprimir los propios.
Pero los tiempos han cambiado. Ahora está bien reconocer y aceptar nuestras emociones. No necesitamos permitir que nuestras emociones nos controlen; tampoco necesitamos reprimir rígidamente nuestros sentimientos. Nuestro centro emocional es una parte valiosa de nosotros. Está conectada a nuestro bienestar físico, a nuestro pensamiento y a nuestra espiritualidad.
Nuestros sentimientos también están conectados a ese gran don, el instinto. Ellos nos permiten dar y recibir amor.
No somos ni débiles ni deficientes por dar rienda suelta a nuestros sentimientos. Eso significa que nos estamos convirtiendo en personas sansas y completas.
Aunque llevemos años en recuperación, podemos seguir sintiendo que batallamos con nosotros mismos acerca de este asunto. De todas las prohibiciones con que hemos vivido, ésta es potencialmente la más perjudicial y con la que más tiempo hemos vivido.
Muchos de nosotros hemos necesitado cerrar nuestra parte emocional para sobrevivir ciertas situaciones. Cerramos la parte nuestra que siente coraje, tristeza, miedo, alegría y amor. Podemos haber apagado también nuestros sentimientos sexuales y sensuales. Muchos de nosotros vivimos dentro de sistemas con gente que rehusaba tolerar nuestras emociones. Nos avergonzaban o nos regañaban por expresar sentimientos, generalmente la gente a la que se le había
enseñado a reprimir los propios.
Pero los tiempos han cambiado. Ahora está bien reconocer y aceptar nuestras emociones. No necesitamos permitir que nuestras emociones nos controlen; tampoco necesitamos reprimir rígidamente nuestros sentimientos. Nuestro centro emocional es una parte valiosa de nosotros. Está conectada a nuestro bienestar físico, a nuestro pensamiento y a nuestra espiritualidad.
Nuestros sentimientos también están conectados a ese gran don, el instinto. Ellos nos permiten dar y recibir amor.
No somos ni débiles ni deficientes por dar rienda suelta a nuestros sentimientos. Eso significa que nos estamos convirtiendo en personas sansas y completas.
“Hoy, me permitiré a mí mismo reconocer y aceptar
cualquier sentimiento que pase por mí. Sin vergüenza, me sintonizaré con mi
parte emocional”.
(Melody Beattie, Libro El Lenguaje del Adiós).
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