Muchos de nosotros fuimos
oprimidos y victimados cuando niños. Ya de adultos, podemos seguir sintiéndonos
oprimidos.
Algunos de nosotros no reconocemos que cuidar excesivamente a los demás y no fijar límites nos hará sentirnos victimados.
Algunos de nosotros no entendemos que pensar que somos victimas nos hace sentir oprimidos.
Algunos de nosotros no sabemos que tenemos la llave de nuestra propia libertad. Esa llave está en honrarnos a nosotros mismos y cuidar de nosotros mismos.
Podemos decir lo que queremos y querer lo que decimos.
Podemos dejar de esperar que los demás nos den lo que necesitamos y asumir la responsabilidad que tenemos para con nosotros mismos. Cuando lo hagamos, se abrirán de par en par las puertas de la libertad. Pasa por ellas.
Algunos de nosotros no reconocemos que cuidar excesivamente a los demás y no fijar límites nos hará sentirnos victimados.
Algunos de nosotros no entendemos que pensar que somos victimas nos hace sentir oprimidos.
Algunos de nosotros no sabemos que tenemos la llave de nuestra propia libertad. Esa llave está en honrarnos a nosotros mismos y cuidar de nosotros mismos.
Podemos decir lo que queremos y querer lo que decimos.
Podemos dejar de esperar que los demás nos den lo que necesitamos y asumir la responsabilidad que tenemos para con nosotros mismos. Cuando lo hagamos, se abrirán de par en par las puertas de la libertad. Pasa por ellas.
“Hoy comprenderé que yo tengo la llave de
mi libertad. Dejaré de participar en mi opresión y mi victimización. Asumiré la
responsabilidad que tengo para conmigo mismo y dejaré que los otros hagan lo
que quieran”.
(Melody Beattie, El Lenguaje del Adiós).
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