Antes de la recuperación, muchos de nosotros
carecíamos de un marco de referencia para poder nombrar la victimización y el
abuso en nuestras vidas. Pudimos haber pensado, que era normal que la gente nos
maltratara o haber creído que merecíamos el maltrato; pudimos haber sido
atraídos por gente que nos maltrataba.
Necesitamos dejar ir todo eso, nuestra necesidad de ser victimados y de ser víctimas. Necesitamos dejar ir nuestra necesidad de estar en relaciones y sistemas disfuncionales en el trabajo, en el amor, en las relaciones familiares, en la amistad. Merecemos algo mejor, o mejor dicho; algo mucho mejor. Es nuestro derecho. Cuando creamos en nuestro derecho a la felicidad, tendremos felicidad.
Lucharemos por ese derecho, y la lucha surgirá de nuestras almas. Nos liberaremos de la opresión y de la victimización.
Necesitamos dejar ir todo eso, nuestra necesidad de ser victimados y de ser víctimas. Necesitamos dejar ir nuestra necesidad de estar en relaciones y sistemas disfuncionales en el trabajo, en el amor, en las relaciones familiares, en la amistad. Merecemos algo mejor, o mejor dicho; algo mucho mejor. Es nuestro derecho. Cuando creamos en nuestro derecho a la felicidad, tendremos felicidad.
Lucharemos por ese derecho, y la lucha surgirá de nuestras almas. Nos liberaremos de la opresión y de la victimización.
“Hoy me libraré a mí mismo, dejando ir mi necesidad de
ser víctima, y exploraré mi libertad para cuidar de mí mismo. Esa liberación no
me apartará de la gente que amo. Me acercará más a la gente y estaré más en
armonía con el plan de Dios para mi vida”.
(Melody Beattie, El Lenguaje del Adiós).
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