Un obstáculo para la alegría y el amor puede ser una
tristeza no resuelta del pasado.
En el pasado nos decíamos a nosotros mismos muchas cosas para negar el dolor: “No duele tanto… Quizá si espero un poco, las cosas cambiaran… No es para tanto. Puedo con esto… Tal vez si trato de hacer cambiar a la otra persona, no tendré que cambiar yo mismo”. Negábamos que nos dolía porque no queríamos sentir el dolor.
Sin embargo, los asuntos inconclusos no desaparecen. Se siguen repitiendo hasta que captan nuestra atención, hasta que los sentimos, lidiamos con ellos, nos curamos. Esa es una lección que estamos aprendiendo en la recuperación de la codependencia y de problemas propios de hijos de alcohólicos.
Muchos de nosotros no tuvimos las herramientas, el apoyo o la seguridad que necesitábamos para reconocer y aceptar el dolor en nuestro pasado. Esta bien. Ahora estamos a salvo. Lentamente, con cuidado, podemos empezar el proceso de sentir lo que nos hemos negado desde hace tanto tiempo, no para culparnos, no para avergonzarnos, sino para curarnos en preparación para una vida mejor.
Está bien llorar cuando necesitemos llorar y sentir la tristeza que muchos hemos guardado durante tanto tiempo. Podemos sentir esos sentimientos y liberarnos de ellos.
El proceso de pena es un proceso de purificación. Es un proceso de aceptación. Nos lleva del pasado al presente y un futuro mejor, un futuro libre de conductas saboteadoras, un futuro que guarda más opciones que nuestro pasado. Sin embargo, los asuntos inconclusos no desaparecen. Se siguen
repitiendo hasta que captan nuestra atención, hasta que los sentimos, lidiamos
con ellos, nos curamos. Esa es una lección que estamos aprendiendo en la
recuperación de la codependencia y de problemas propios de hijos de
alcohólicos.Muchos de nosotros no tuvimos las herramientas, el apoyo o la seguridad
que necesitábamos para reconocer y aceptar el dolor en nuestro pasado. Esta
bien. Ahora estamos a salvo. Lentamente, con cuidado, podemos empezar el
proceso de sentir lo que nos hemos negado desde hace tanto tiempo, no para
culparnos, no para avergonzarnos, sino para curarnos en preparación para una
vida mejor.Está bien llorar cuando necesitemos llorar y sentir la tristeza que
muchos hemos guardado durante tanto tiempo. Podemos sentir esos sentimientos y
liberarnos de ellos.El proceso de pena es un proceso de purificación. Es un proceso de
aceptación. Nos lleva del pasado al presente y un futuro mejor, un futuro libre
de conductas saboteadoras, un futuro que guarda más opciones que nuestro
pasado.
En el pasado nos decíamos a nosotros mismos muchas cosas para negar el dolor: “No duele tanto… Quizá si espero un poco, las cosas cambiaran… No es para tanto. Puedo con esto… Tal vez si trato de hacer cambiar a la otra persona, no tendré que cambiar yo mismo”. Negábamos que nos dolía porque no queríamos sentir el dolor.
Sin embargo, los asuntos inconclusos no desaparecen. Se siguen repitiendo hasta que captan nuestra atención, hasta que los sentimos, lidiamos con ellos, nos curamos. Esa es una lección que estamos aprendiendo en la recuperación de la codependencia y de problemas propios de hijos de alcohólicos.
Muchos de nosotros no tuvimos las herramientas, el apoyo o la seguridad que necesitábamos para reconocer y aceptar el dolor en nuestro pasado. Esta bien. Ahora estamos a salvo. Lentamente, con cuidado, podemos empezar el proceso de sentir lo que nos hemos negado desde hace tanto tiempo, no para culparnos, no para avergonzarnos, sino para curarnos en preparación para una vida mejor.
Está bien llorar cuando necesitemos llorar y sentir la tristeza que muchos hemos guardado durante tanto tiempo. Podemos sentir esos sentimientos y liberarnos de ellos.
El proceso de pena es un proceso de purificación. Es un proceso de aceptación. Nos lleva del pasado al presente y un futuro mejor, un futuro libre de conductas saboteadoras, un futuro que guarda más opciones que nuestro pasado.
“Dios mío, mientras vivo el día de hoy, déjame abrirme
a mis sentimientos. Hoy, ayúdame a saber que no necesito forzarme ni reprimir
la curación que tengo a mi disposición en mi recuperación. Ayúdame a confiar en
que si estoy abierto y dispuesto, la curación se dará en forma natural, de una
manera que puedo manejar”.
(Melody Beattie, Libro El
Lenguaje del Adiós).
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