Ríndete al momento. Remóntate
sobre él, por todo lo que esto vale la pena. Lánzate sobre él. Deja de
resistirte.
Gran parte de nuestra angustia se crea cuando nos estamos resistiendo. Es posible sentir gran alivio, consuelo y cambio cuando aceptamos, cuando simplemente aceptamos.
Perdemos nuestro tiempo, desperdiciamos nuestra energía y hacemos más difíciles las cosas al resistir, reprimir y negar. El reprimir nuestros pensamientos no hará que éstos desaparezcan. Reprimir un pensamiento ya formado no nos hará una persona mejor. Piénsalo. Deja que se haga realidad. Luego, libérate de él. Un pensamiento no es para siempre. Si no nos gusta, podemos pensar otro o cambiarlo. Pero para hacerlo, debemos aceptar el primer pensamiento y liberarnos de él.
La resistencia y la represión no cambiará nada. Nos podrán en guerra con nuestros pensamientos.
Nos hacemos la vida más difícil al resistir y reprimir nuestros sentimientos. No importa cuán oscuro, cuán incómodos, cuán injustificados, cuán sorprendentes, cuan “inadecuados” consideremos que sean nuestros sentimientos, resistirnos y reprimirlos no nos librara de ellos. Hacerlo los empeorara. Se moverán como torbellino en nuestro interior, nos atormentaran, nos enfermaran, harán que nos duela el cuerpo, nos obligaran a hacer cosas compulsivas, nos mantendrán despiertos o nos podrán a dormir.
En el análisis final lo único que se nos pide hacer es aceptar nuestros sentimientos sintiéndonos y diciendo: “Si, esto es lo que siento”.
Los sentimientos son para el momento presente. Entre mas rápido aceptemos un sentimiento, mas pronto nos moveremos al siguiente.
Resistir o reprimir pensamientos o sentimientos no nos hara cambiar ni convertirnos en la persona que queremos ser o que pensamos que deberíamos ser. Nos pone en resistencia a la realidad. Nos hace reprimidos. A veces nos deprime.
Resistirnos a los eventos o a las circunstancias de nuestra vida no cambia las cosas, no importa qué indeseables puedan ser los eventos o las circunstancias.
Gran parte de nuestra angustia se crea cuando nos estamos resistiendo. Es posible sentir gran alivio, consuelo y cambio cuando aceptamos, cuando simplemente aceptamos.
Perdemos nuestro tiempo, desperdiciamos nuestra energía y hacemos más difíciles las cosas al resistir, reprimir y negar. El reprimir nuestros pensamientos no hará que éstos desaparezcan. Reprimir un pensamiento ya formado no nos hará una persona mejor. Piénsalo. Deja que se haga realidad. Luego, libérate de él. Un pensamiento no es para siempre. Si no nos gusta, podemos pensar otro o cambiarlo. Pero para hacerlo, debemos aceptar el primer pensamiento y liberarnos de él.
La resistencia y la represión no cambiará nada. Nos podrán en guerra con nuestros pensamientos.
Nos hacemos la vida más difícil al resistir y reprimir nuestros sentimientos. No importa cuán oscuro, cuán incómodos, cuán injustificados, cuán sorprendentes, cuan “inadecuados” consideremos que sean nuestros sentimientos, resistirnos y reprimirlos no nos librara de ellos. Hacerlo los empeorara. Se moverán como torbellino en nuestro interior, nos atormentaran, nos enfermaran, harán que nos duela el cuerpo, nos obligaran a hacer cosas compulsivas, nos mantendrán despiertos o nos podrán a dormir.
En el análisis final lo único que se nos pide hacer es aceptar nuestros sentimientos sintiéndonos y diciendo: “Si, esto es lo que siento”.
Los sentimientos son para el momento presente. Entre mas rápido aceptemos un sentimiento, mas pronto nos moveremos al siguiente.
Resistir o reprimir pensamientos o sentimientos no nos hara cambiar ni convertirnos en la persona que queremos ser o que pensamos que deberíamos ser. Nos pone en resistencia a la realidad. Nos hace reprimidos. A veces nos deprime.
Resistirnos a los eventos o a las circunstancias de nuestra vida no cambia las cosas, no importa qué indeseables puedan ser los eventos o las circunstancias.
La aceptación nos convierte en
la persona que somos y que queremos ser. La aceptación les da poder a los
eventos y a las circunstancias para que se conviertan en lo mejor.
¿Qué hacemos si estamos resistiéndonos en una guerra sin cuartel contra alguna realidad en nuestra vida? Aceptar nuestra resistencia puede ayudarnos, también, a superarla. Aceptación no significa que estemos dando nuestra aprobación. No significa que nos sometamos a la voluntad y a los planes de otro. No significa compromiso. No es para siempre. Es para el momento presente. La aceptación no hace las cosas más difíciles. Las hace más fáciles. La aceptación no significa que aceptemos el abuso o el maltrato; no significa que renunciemos a nosotros mismos, a nuestros límites, esperanza, sueños, deseos o necesidades. Significa que aceptemos lo que es, para que sepamos qué hacer para cuidar de nosotros mismos y qué límites necesitamos fijar. Significa que aceptamos lo que hay, y quienes somos, en el momento presente, para que estemos libres de cambiar y de crecer.
La aceptación y el sometimiento nos lleva hacia delante en este viaje. La fuerza no funciona.
La aceptación y el sometimiento, dos conceptos que lastiman más antes de practicarlos.
¿Qué hacemos si estamos resistiéndonos en una guerra sin cuartel contra alguna realidad en nuestra vida? Aceptar nuestra resistencia puede ayudarnos, también, a superarla. Aceptación no significa que estemos dando nuestra aprobación. No significa que nos sometamos a la voluntad y a los planes de otro. No significa compromiso. No es para siempre. Es para el momento presente. La aceptación no hace las cosas más difíciles. Las hace más fáciles. La aceptación no significa que aceptemos el abuso o el maltrato; no significa que renunciemos a nosotros mismos, a nuestros límites, esperanza, sueños, deseos o necesidades. Significa que aceptemos lo que es, para que sepamos qué hacer para cuidar de nosotros mismos y qué límites necesitamos fijar. Significa que aceptamos lo que hay, y quienes somos, en el momento presente, para que estemos libres de cambiar y de crecer.
La aceptación y el sometimiento nos lleva hacia delante en este viaje. La fuerza no funciona.
La aceptación y el sometimiento, dos conceptos que lastiman más antes de practicarlos.
“Hoy practicaré aceptarme a mí mismo y a
mis circunstancias actuales. Empezaré a ver y a confiar en la magia que la
aceptación puede traer a mi vida y a mi recuperación”.
(Melody Beattie, Libro El Lenguaje del
Adiós).
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