Tú puedes pensar. Tú puedes
sentir. Tú puedes resolver tus problemas. Tú te puedes cuidar solo. Estas
palabras con frecuencia me han beneficiado más que el consejo más elaborado y
profundo.
Que fácil es caer en la trampa de dudar de nosotros mismos y de los demás.
Cuando alguien nos cuenta un problema, ¿cuál es nuestra reacción?, ¿creemos que necesitamos resolvérselo a esa persona? ¿creemos que el futuro de esa persona se basa en nuestra habilidad para aconsejarla?
Eso es pararse sobre arenas movedizas, que no es de lo que está hecha la recuperación.
Cuando alguien está luchando con un sentimiento, o una ciénaga de sentimientos, ¿cuál es nuestra reacción?, ¿qué la persona nunca sobrevivirá a esa experiencia? ¿qué no está bien que alguien sienta?, ¿qué esa persona no saldrá de esto intacta?
Cuando una persona se enfrenta a la tarea de asumir la responsabilidad de su vida, y sus conductas, ¿cuál es nuestra respuesta?, ¿qué la persona no puede hacerlo?, ¿qué debo hacerlo yo mismo para salvarla y que no se desvanezca en cenizas?, ¿qué no se desmorone?, ¿qué no fracase? ¿Cuál es nuestra reacción hacia nosotros mismos cuando encontramos un problema, un sentimiento, o cuando enfrentamos el trabajo de asumir la responsabilidad de nosotros mismos? ¿Creemos en nosotros mismos y en los demás? ¿Le concedemos poder a la gente- incluyéndonos a nosotros mismos- y a sus capacidades? ¿o le damos poder al problema, al sentimiento o a la irresponsabilidad?
Podemos aprender a observarnos a nosotros mismos. Podemos aprender a pensar y a considerar nuestra respuesta antes de responder. “Siento mucho que estés teniendo ese problema. Sé que puedes dar con una solución. Parece que tienes por ahí algunos sentimientos. Sé que los sabrás manejar y estarás del otro lado”.
Cada uno de nosotros es responsable de si mismo. Eso no significa que los demás no nos importen. No significa que de una manera fría, calculada, le retiremos nuestro apoyo a los otros. Significa que aprendemos a amarnos y a apoyarnos a nosotros mismos de maneras que sí funcionan. Significa ponernos en contacto con amigos que nos aman y nos apoyan de maneras que si funcionan.
Que fácil es caer en la trampa de dudar de nosotros mismos y de los demás.
Cuando alguien nos cuenta un problema, ¿cuál es nuestra reacción?, ¿creemos que necesitamos resolvérselo a esa persona? ¿creemos que el futuro de esa persona se basa en nuestra habilidad para aconsejarla?
Eso es pararse sobre arenas movedizas, que no es de lo que está hecha la recuperación.
Cuando alguien está luchando con un sentimiento, o una ciénaga de sentimientos, ¿cuál es nuestra reacción?, ¿qué la persona nunca sobrevivirá a esa experiencia? ¿qué no está bien que alguien sienta?, ¿qué esa persona no saldrá de esto intacta?
Cuando una persona se enfrenta a la tarea de asumir la responsabilidad de su vida, y sus conductas, ¿cuál es nuestra respuesta?, ¿qué la persona no puede hacerlo?, ¿qué debo hacerlo yo mismo para salvarla y que no se desvanezca en cenizas?, ¿qué no se desmorone?, ¿qué no fracase? ¿Cuál es nuestra reacción hacia nosotros mismos cuando encontramos un problema, un sentimiento, o cuando enfrentamos el trabajo de asumir la responsabilidad de nosotros mismos? ¿Creemos en nosotros mismos y en los demás? ¿Le concedemos poder a la gente- incluyéndonos a nosotros mismos- y a sus capacidades? ¿o le damos poder al problema, al sentimiento o a la irresponsabilidad?
Podemos aprender a observarnos a nosotros mismos. Podemos aprender a pensar y a considerar nuestra respuesta antes de responder. “Siento mucho que estés teniendo ese problema. Sé que puedes dar con una solución. Parece que tienes por ahí algunos sentimientos. Sé que los sabrás manejar y estarás del otro lado”.
Cada uno de nosotros es responsable de si mismo. Eso no significa que los demás no nos importen. No significa que de una manera fría, calculada, le retiremos nuestro apoyo a los otros. Significa que aprendemos a amarnos y a apoyarnos a nosotros mismos de maneras que sí funcionan. Significa ponernos en contacto con amigos que nos aman y nos apoyan de maneras que si funcionan.
“Hoy me esforzaré por dar y recibir apoyo
que sea puro y conceda poder. Trabajaré por creer en mí mismo y en los demás, y
en nuestra mutua capacidad para ser competentes al lidiar con sentimientos, al
solucionar problemas y al asumir la responsabilidad de nosotros mismos”.
(Melody Beattie, Libro El Lenguaje del
Adiós).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario